Por Javier Surasky
Esta reunión representó el final del proceso de
negociaciones más participativo en la historia de las Naciones Unidas: la
adopción de la Agenda 2030. La sensación de optimismo y de caminar hacia un
objetivo común fue palpable para todos.
Ocho años más tarde, los avances de la Agenda 2030 han
quedado muy por detrás de lo esperado. Las promesas incumplidas, la falta de
financiamiento, la crisis de salud generada por la COVID-19, las recientes
guerras, la economía global que ha enfrentado, primero, presiones recesivas, y
luego, inflacionarias ha hecho que la idea de encontrar soluciones comunes a
los problemas que aquejan al mundo pierda fuerza.
Desinformación y Agenda 2030
Sobre ese suelo fértil brotan teorias conspirativas que ven en el multilateralismo el origen de los problemas actuales. La Agenda 2030 queda, en muchos casos, en el centro de esas visiones distorsionadas.
Existen tres teorías conspirativas que se alzan actualmente en contra de la principal agenda global de desarrollo sostenible.
1. Teoría del “nuevo orden mundial”
Esta teoría se basa en la idea de que una élite (el estilo Club Bilderberg) formada por un grupo pequeño de los más poderesos del mundo gobierna los destinos del planeta para su propio beneficio.
2. Teoría del “gran reinicio”
Propuesta en Davos tras la pandemia, y con la visión de “reconstruir mejor” de la ONU, esta teoría se enfoca en la dimensión económica y sugiere que existe un plan orquestado por los países más poderosos para apropierase de toda la riqueza mundial. Afiman la creación intencional de una pandemia para dar inicio a su plan.
3. Teoría de “el comunismo por goteo”
Tras la caída de la Unión Soviética -y sabiendo que el comunismo nunca podría apropiarse de occidente- la “izquierda” inició una campaña mundial para insertar lentamente sus ideas en las sociedades occidentales, de tal forma que, para cuando el plan fuera descubierto, occidente ya hubiese abrazado el ideal comunista sin haberse dado cuenta.
Las tres conspiraciones llegan al mismo resultado: la Agenda
2030 es la creación de un grupo (una élite económica, un grupo de países
poderosos o el comunismo internacional) cuyo fin es apropiarse de la riqueza
mundial.
Se trata de historias que contradicen la realidad y buscan
desinformar sobre este hito para la cooperación internacional que, a pesar de
la dificultad para abordarlo en su integridad, se trata de una renovación del
concepto de desarrollo internacional.
De la conspiración a la política
La desinformación de la Agenda 2030 sucede, en la mayoría de
los casos, a través de las redes sociales y sus expresiones afirman, por
ejemplo, que esta se orienta a:
- Obligar a los ciudadanos a comer insectos en lugar de carne (ver aquí)
- Confinar a la población mundial en barrios de donde no pueden salir sin permiso bajo el nombre de “ciudades de 15 minutos” (ver aquí)
- Feminizar a los hombres para reducir la población mundial (ver aquí).
A pesar de lo absurdo de los “argumentos”, han servido de base para quienes buscan poner en debate el valor de la Agenda 2030 en América Latina.
- José Luis Chilavert, quien fuera portero de la selección de Paraguay de fútbol, devino candidato a presidente de su país en las elecciones de 2023. Obtuvo el 0,7% de los sufragios, pero explicó su decisión de la siguiente forma: “Me metí en política para luchar contra la Agenda 2030, nos quieren destruir” (ver aquí).
- Sandra Torres, tres veces candidata a presidenta del país por el partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) a la presidencia de Guatemala dijo en un video de su campaña electoral de 2023: “Jamás voy a dejar que nos impongan una agenda internacional. La agenda de Guatemala la pondremos nosotros los guatemaltecos. Creo en la vida, la familia y en la libertad religiosa. No a la Agenda 2030" (ver aquí).
- En Chile, el congresista Cristóbal Urruticoechea Ríos, con mandato activo hasta 2026, afirmó en el congreso de su país que “la deshumanización del ser humano y la humanización del animal, la destrucción del lenguaje, la destrucción de las clases medias, la liquidación de la soberanía de las naciones, el ataque a las familias, a la vida y a las raíces. Esto es parte de la Agenda 2030” (ver aquí)
- Tras la derrota de Jair Bolsonaro en las últimas elecciones de Brasil, su hijo, Eduardo Bolsonaro, se transformó en el rostro del Partido Liberal. Su posición es contundente: “Cuanto más combatamos la Agenda 2030, mayor será nuestro éxito electoral”.
- En Costa Rica, el diputado de Nueva República, David Segura, dijo en un discurso ante la cámara que la Agenda 2030 se adoptó para “confundir a la gente y, por supuesto, para ir imponiendo poco a poco al gran enemigo moderno de todas las familias, que es la nefasta ideología de género”, para luego agregar que con la Agenda 2030 “se abren portillos para promover nada más y nada menos que el aborto, financiado por gigantes capitales internacionales que persiguen sus propios intereses, los cuales están muy lejos de ser los suyos, los míos” (ver aquí).
A nivel de presidentes tenemos que Nayib Bukele,
recientemente reelecto para gobernar El Salvador, mantiene una posición
cautelosa: “En el tema de la Agenda 2030, yo soy muy sospechoso de este tipo de
agendas internacionales de la ONU, del Foro Económico Mundial, o de cualquier
lugar que provengan y sus intenciones”.
Aunque sin dudas, el mayor exponente de las teorías
conspirativas en la región es Javier Milei, actual presidente de Argentina,
quien durante su campaña sostuvo que “Nosotros no vamos a adherir a la Agenda
2030. Nosotros no adherimos al marxismo cultural, no adherimos a la decadencia”
(ver aquí) y, ya en ejercicio del cargo, explicó que viajaba al Foro de Davos
con el objetivo de “plantar las ideas de la libertad en un foro que está
contaminado con la agenda socialista 2030 que solo traerá miseria al mundo”
(ver aquí).
Con dichas posiciones, uno de los escasos consensos bien
establecidos en la región durante los últimos 10 años se agrieta. El hecho de
que la discusión se instale será un retroceso que no se puede permitir.
Corresponde a los líderes de América Latina blindar su apoyo a la Agenda 2030,
siendo más claros en sus posiciones y más activos que antes en sus políticas de
implementación de los ODS, y el Foro Regional de Desarrollo Sostenible debe
pronunciarse de manera contundente en esa dirección.
Cuando el secretario general de la ONU señalaba que nos
encontramos ante la disyuntiva de “quiebre o avance” (breakdown or
breakthrough) parecía hacerse una pregunta retórica. Para América Latina ya no
lo es.