Por Javier Surasky
En septiembre de 2024 se reunirá en Nueva York la Cumbre del Futuro, cuyo principal objetivo es promover un multilateralismo renovado, más fuerte, abierto y transparente con las Naciones Unidas en su centro, que sea capaz de dar respuesta a los desafíos actuales que vive nuestro planeta, desde el cambio climático a la irrupción de la Inteligencia Artificial, pasando por la integración de las generaciones futuras en los procesos de tomas de decisiones. Para ello, la Cumbre debería dotar a la organización de las herramientas que le permitan actuar de manera más eficaz y eficiente. Eso implica ampliar la disponibilidad de recursos financieros.
La falta de financiación a disposición de la ONU tiene una larga historia.
A pesar de las promesas de sus Estados Miembros y sus constantes reclamos
por una acción más eficaz, los aportes de recursos financieros que
permitirían una acción multilateral fuerte no se hacen efectivos.
Comencemos por mostrar la realidad general de financiamiento de la
organización multilateral más importante del mundo, cuya misión incluye
mantener la paz y la seguridad internacionales y realizar la cooperación
internacional (artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas, párrafos 1 y
3).
Para el período 2024, la ONU contó con un presupuesto regular asignado de
USD 3.59 mil millones (A/RES/78/254 A–C) ¿Cómo se ve esta suma comparada con los presupuestos regulares de otras
entidades?
Figura 1: Comparación entre presupuestos (en USD miles de millones)
(1) Fuente:
Informe Económico Real Madrid 2022/2023.
(2) Fuente:
A/RES/78/254 A–C
(3) Fuente:
France 24.
(4) Fuente:
Consejo de la ciudad de Nueva York.
(5) Solo en pagos, los compromisos que se suman a ellos tienen un valor
de Eur. 189.4 mil millones. Fuente:
Consejo de Europa.
Fuente: elaboración propia
Si consideramos solamente el sistema de desarrollo de las Naciones Unidas,
los últimos números disponibles nos indican que la suma de los aportes del
presupuesto regular de la ONU y de aportes extraordinarios eleva
considerablemente la disponibilidad de fondos, que en 2022 (último año
para el que contamos con datos oficiales) han llegado a un valor de USD
54.5 mil millones.
Sin embargo, y aquí viene una parte de la explicación de por qué los
Estados miembros prefieren otorgar fondos por fuera del presupuesto de la
organización, la mayor parte de ellos son fondos marcados, lo que
significa que quien los otorga establece el país o las acciones que podrán
beneficiarse de los recursos, quitando ala ONU la posibilidad de
asignarlos al lugar o acciones donde los considere más necesarios.
La explicación de la preferencia por los fondos marcados que muestran los
Estados e fácil de explicar: les permite alinear los recursos que ponen en
manos de la ONU a sus propias prioridades de política exterior.
Veamos la evolución que han seguido entre 2012 y 2022 los recursos
aportados como recursos generales (core funding) y la de los recursos
marcados (non-core funding).
Cuadro 2: Evolución de recursos core y non-core puestos a disposición del sistema de desarrollo de las Naciones Unidas (2012-2022, en USD miles de millones)
Más aún, el resultado de las crecientes necesidades humanitarias y la
asignación de fondos marcados al sistema de desarrollo de la ONU ha
llevado, en 2022, a una inversión de la prioridad de asignación desde la
asistencia al desarrollo hacia la acción humanitaria. En otras palabras, a
poner el foco sobre la respuesta de urgencia por encima de la promoción de
cambios estructurales en favor de un mayor desarrollo sostenible. La
atención de la urgencia se torna así en un nuevo límite para un uso más
eficiente de la financiación disponible.
Figura 3: Tendencias de la financiación de los fondos temáticos de organismos concretos según se dirijan a acciones humanitaria o de promoción del desarrollo (2012–2022, USD millones en términos reales)
El resultado de ello es, en
palabras del secretario general, que “la actual arquitectura de financiación del sistema de las Naciones
Unidas para el desarrollo, caracterizada por la continua disminución de la
proporción de recursos básicos [core] en la financiación total, la
falta de previsibilidad y la gran dependencia de un pequeño número de
Gobiernos contribuyentes, no es sostenible para un sistema que necesita
ampliar su labor y tener un impacto integrado y estratégico”.
No habrá oportunidad alguna para la Cumbre del Futuro que se reunirá en
septiembre de este año para producir cambios hacia un multilateralismo más
fuerte con la ONU en su centro bajo este esquema de financiación. El
esquema de negociaciones fuertemente intergubernamental, con una casi
total exclusión de otros actores, tampoco ayuda a imaginar un
multilateralismo más efectivo, pero eso es tema para una futura entrada de
nuestro Radar Global.