La Revolución de la Inteligencia Artificial en la Política Global. Actores nacionales clave en la reconfiguración del orden internacional

 Por Javier Surasky

 

Nos encontramos ante un momento decisivo en la historia de la humanidad, donde la inteligencia artificial está reconfigurando fundamentalmente el equilibrio de poder global. De manera análoga a cómo la tecnología nuclear transformó las relaciones internacionales en el siglo XX, la IA se está consolidando como la tecnología definitoria de nuestra era, generando nuevos centros de poder y redibujando los mapas de influencia global: los parámetros tradicionales del poder nacional están siendo progresivamente eclipsados por el nivel de capacidad de los países en materia de IA.

Hoy somos testigos de una carrera sin precedentes por la supremacía en IA con tres grandes polos: Estados Unidos, apostando por un ecosistema de innovación centralizado en Silicon Valley y una normativa que prioriza la innovación por sobre otras consideraciones; China, con su Plan de Desarrollo de IA de Nueva Generación y sus altos niveles de inversión estatal dirigida, control de datos y capacidades de producción y la Unión Europea, posicionada ya como líder global en regulación y marcos éticos de IA.

Sin embargo, muchos otros polos de “segundo nivel” juegan fuerte:

  • Israel cuenta con un fuerte ecosistema de empresas de IA emergentes con fuerte orientación en ciberseguridad, inteligencia y desarrollo de aplicaciones de IA militar. Este país tiene la más alta concentración de empresas de IA per cápita del mundo.
  • Corea del Sur puso en marcha su “New Deal digital 2.0” como parte de su estrategia nacional post pandemia. Samsung domina la industria mundial de semiconductores y el país es líder en el área de robótica.
  • En Japón se destacan las iniciativas “Sociedad 5.0” y de “Revolución Robótica”. El país es sede de empresas como Toyota (sistemas autónomos), SoftBank (inversiones en IA), Fujitsu (supercomputación) y NEC (biometría).

Todavía un paso por detrás, emergen con fuerza

  • India, con su fuerza laboral capacitada y en los sectores de tecnología y de servicios de TI, mostrando un crecimiento sostenido de empresas emergentes en el campo de la IA centradas en Bangalore, apoyado por el Estado a través de su estrategia nacional de IA (AIforAll) y en la iniciativa “India digital”. Sus principales áreas de especialización están en IA para los sectores de salud y agricultura.
  • Tras el Brexit, el Reino Unido adoptó su Libro Blanco de IA (2023). Sede de DeepMind, el país es líder mundial en el sector de tecnología financiera y posee una tradición de excelencia en investigación (Oxford, Cambridge).
  • Canadá es u n país pionero en investigación sobre Deep Learning. Y ha desarrollado un “corredor tecnológico” entre Toronto-Waterloo y un polo de IA de Montreal, con importantes desarrollos en Vancouver y un centro de investigación de IA de renombre mundial en Edmonton.
  • Singapur, centro tecnológico y financiero que está realizando esfuerzos notables para fortalecer su sistema de IA sobre la base de un amplio respaldo de capitales y su capacidad de atracción de talentos

Tomado ese grupo de países, un papeo rápido de capacidades nos muestra que Corea del Sur y Japón lideran el área de robótica, Israel la de ciberseguridad e India la de servicios de software. Canadá destaca internacionalmente por sus esfuerzos de investigación en deep learning y el Reino Unido en los campos de atención médica y tecnología financiera, mientras Singapur ya se destaca en el área del desarrollo financiero.

Estos países van acumulando ventajas distintivas en planificación militar, previsión económica y negociaciones diplomáticas. Procesan volúmenes masivos de datos, predicen tendencias globales y responden a crisis internacionales con velocidad y precisión. En su carrera hacia el liderazgo en IA; los países se disputan el control sobre los sus componentes críticos: semiconductores, tierras raras y talento humano.

Sí, cambio en el acceso a esos recursos impatan en el camino hacia el éxito internacional de sus esrategias de IA, como lo ha demostrado el “Caso ASML” de restricción de exportación de equipos avanzados de fabricación de chips desde los Países Bajos a China como consecuencia de su aproximación a Rusia.

Un aspecto particularmente relevante es que, a diferencia de las métricas tradicionales de poder, la capacidad en IA no está determinada exclusivamente por la acción gubernamental. Las empresas privadas, instituciones de investigación e innovadores individuales desempeñan roles cruciales. Los desarrollos de OpenAI influyen en la política global de IA tanto como cualquier iniciativa gubernamental. La designación de Elon Musk en el gobierno de Trump nos habla sobre el futuro rol que podrían jugar lideres de empresas tecnológicas devenidos en actores de gobierno

Si para las naciones desarrolladas mantener la supremacía en IA se ha convertido en una cuestión prioritaria, para los países en desarrollo la adquisición de capacidades en IA se torna un camino concreto para ganar influencia global y superar su atraso, mientras que las potencias medias ven en la especialización en nichos de IA una oportunidad para incrementar su relevancia estratégica global y fortalecer liderazgos regionales.

Definitivamente, estamos ingresando en una era donde la capacidad en IA se convertirá en un determinante fundamental del poder nacional. Los países que logren integrar exitosamente la IA en sus estrategias nacionales y establecer marcos de gobernanza eficientes y seguros, avanzarán mientras que el resto verá cómo se amplia una brecha digital que los relega.

En este contexto, entendemos que existen tres prioridades a ser abordadas por los tomadores de decisiones en política internacional y que requieren de escenario multilaterales para desarrollarse:

  1. El establecimiento de marcos internacionales para la gobernanza de la IA.
  2. La garantía de acceso equitativo a las capacidades de IA entre países.
  3. La promoción del desarrollo responsable de la IA que respete los derechos humanos, la democracia, el medio ambiente y los principios de la Carta de las Naciones Unidas, especialmente la defensa de la paz.

El interrogante ya no radica en si la IA transformará las dinámicas de poder global, sino en cómo configuraremos esta transformación.