Por Javier Surasky
Trump es el nuevo presidente electo de los Estados Unidos.
Como siempre ocurre, es fácil encontrar artículos y debates sobre lo que una
presidencia de Trump 2.0 podría significar para el mundo. Bueno, me sumo a la
ola y comparto humildemente mis propias “predicciones informadas” sobre lo que
podemos esperar.
En primer lugar, la elección de Trump no significa el fin
del multilateralismo, como algunos profetas del desastre suelen decir. De
hecho, durante su primer mandato, Trump participó en el ámbito multilateral,
asistió a los debates generales de la ONU, y su administración participó
activamente en los debates del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de
la ONU, promoviendo temas como la libertad religiosa, la lucha contra el
narcotráfico y la necesidad de enfrentar “la amenaza de Corea del Norte.” Así
que, para empezar, podemos esperar que el segundo mandato de Trump mantenga su
participación de alto perfil en la ONU, nos guste o no la postura que
defenderá.
Dicho esto, ya empiezan a surgir las primeras pistas sobre
cómo se involucrará Estados Unidos en los debates de la ONU. La designación de Elise
Stefanik como representante permanente de Estados Unidos ante la ONU
dice mucho. Stefanik, una congresista experimentada y presidenta de la
Conferencia Republicana en la Cámara de Representantes, tiene una experiencia
mínima en política exterior. Fue mencionada en las primeras etapas de la
campaña presidencial como posible candidata a la vicepresidencia de Trump, es
una firme defensora de Israel y fue una de las caras visibles de las críticas
de Estados Unidos a la respuesta de la ONU frente al ataque terrorista de Hamas
el 7 de octubre.
La pregunta ahora es, ¿cuántas opciones tendrá para
definir las políticas de Estados Unidos en la ONU? Vale recordar que, bajo
gobiernos demócratas, el embajador de Estados Unidos en la ONU solía tener
rango de gabinete. Sin embargo, cuando los republicanos están en el poder, esto
no siempre es así. Cuando Nikki Haley fue embajadora de Trump en la ONU durante
su primera presidencia, el cargo tenía rango de gabinete. Sin embargo, cuando
Kelly Craft asumió el puesto, aún bajo la administración de Trump, ya no lo
tenía.
Contar con un representante permanente de Estados Unidos en
la ONU con rango de gabinete envía un mensaje claro a otras capitales y a la
ONU sobre la alineación y cercanía entre el embajador y el presidente. Si esto
ocurre, Stefanik será considerada la voz del presidente, con influencia en los
temas multilaterales. Así, el secretario de Estado probablemente tendrá menos
poder en asuntos relacionados con la ONU.
El “tándem” Trump-Stefanik y el control demócrata del Senado
y la Cámara de Representantes nos permite imaginar algunos de los primeros
objetivos de Trump en la ONU: UNRWA, UNFPA debido a su trabajo en salud
reproductiva, y la OMS, de la cual la primera administración de Trump intentó
retirarse.
Es menos claro cómo procederá Trump respecto al Acuerdo
de París. No creo que vuelva a retirarse de él. En cambio, espero que se
use la nueva configuración del poder legislativo para recortar fondos
destinados a actividades ambientales, junto con un impulso a la explotación de
energía fósil dentro y fuera de las fronteras de Estados Unidos.
Esto está vinculado a la estrategia general de Trump de
enfrentar las acciones y entidades de la ONU con las que no está de acuerdo. La
mayoría republicana en ambas cámaras, una diferencia clave respecto a su primer
período en el cargo y a este retorno triunfal, sería su principal arma para
amenazar a la ONU con retener fondos. Es probable que Trump se convierta en un
“mediador” entre una Cámara de Representantes agresiva contra la ONU y un
Senado más moderado. La interacción entre ambas cámaras será crucial en la
decisión de Estados Unidos de financiar o dejar de financiar a la ONU.
Otro movimiento intrigante de la nueva administración de
Trump está relacionado con Ucrania. La nominación del futuro secretario
de Estado y secretario de Defensa dará nuevas pistas. Desde ahora, Zelenski
tiene motivos para estar preocupado: Trump nunca se inclinó a apoyar a Ucrania,
y el futuro vicepresidente Vance dijo en julio pasado que no era de interés
estadounidense financiar esa “guerra
interminable.” De manera muy pragmática, también afirmó que negociar
con Rusia es “una parte necesaria” para poner fin a la guerra en Ucrania, y
sabemos que los congresistas republicanos están a favor de recortar el apoyo
financiero de Estados Unidos a Ucrania.
Lo que me resulta muy difícil de predecir es la relación
entre Estados Unidos y China bajo la nueva administración Trump. El diálogo
entre ambos países funcionó bien inmediatamente después de la primera elección
de Trump en 2016, pero se quebró durante la pandemia de COVID-19 y condujo a
una guerra comercial creciente. Biden logró reconstruir relaciones amigables,
pero Trump prometió durante su campaña que está listo para imponer
aranceles de hasta un 60 por ciento a las importaciones de China, y una
posible política de autarquía bajo Trump también proyecta sombras
sobre el futuro de Taiwán, ¿una potencial moneda de cambio en las
negociaciones entre Estados Unidos y China?
Paralelamente, los líderes europeos están preocupados no
solo por la guerra en Ucrania, en la cual han invertido mucho en términos
financieros y políticos, sino también por la OTAN y el rol que Trump tiene en
mente para Europa a nivel global. Trump es un “americanista,” lejos de
ser alguien preocupado por el bloque “occidental,” y llegó a la Casa Blanca en
un momento en que ni los países europeos ni la Unión Europea parecen tener
líderes listos para afrontar los desafíos crecientes.
Finalmente, no puedo dejar de mencionar el tema de la inteligencia
artificial, en el cual podemos anticipar cambios significativos, incluyendo
la derogación de la Orden Ejecutiva de Biden de octubre de 2023 sobre IA, que
estableció normas de seguridad y privacidad y promovió su uso ético. Se espera
que Elon Musk juegue un papel importante en el nuevo enfoque estadounidense
sobre IA: en septiembre, Trump
prometió designar a Elon Musk al frente de una oficina gubernamental encargada
de la eficiencia, “encargada de realizar una auditoría financiera y de
desempeño completa de todo el gobierno federal y de hacer recomendaciones para
reformas drásticas.” Tanto Trump como Musk son impredecibles, así que el
consejo podría ser esperar lo inesperado.