Alianzas para el Desarrollo más allá de la Agenda 2030. Integrar la IA para un desarrollo sostenible

Por Javier Surasky

Ponencia realizada en la sesión oficial "ODS 17. Alianzas para los Objetivos" de la Octava Reunión del de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible.

Sugerencia de cita: Surasky, Javier (2024, 4 de abril). Alianzas para el Desarrollo más allá de la Agenda 2030. Integrar la IA para un desarrollo sostenible. Octava Reunión del de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible, Sesión: ODS 17. Alianzas para los Objetivos, CEPAL, Santiago de Chile, 31 de marzo a 4 de abril de 2025. Versión compartida por el autor.


Buenas tardes. Agradezco la oportunidad de compartir algunas reflexiones sobre el futuro de las alianzas para el desarrollo en el marco de la Agenda 2030, especialmente en un contexto global desafiante para la cooperación internacional.

Como sabemos, cooperación y conflicto tienen una relación dialéctica: cuando colaboramos surgen oportunidades de desacuerdo, pero paradójicamente necesitamos cooperar para resolverlos.

Recordar esos elementos básicos es relevante en nuestro contexto actual, marcado por el regreso del aislacionismo, que hemos visto corporeizarse esta misma semana en la imposición de aranceles de la administración del presidente Trump.

Estos elementos obstaculizan la cooperación internacional, más aún cuando se ven acompañados por una baja aversión al conflicto por parte de algunos líderes mundiales. Estamos prácticamente en las antípodas de un marco favorable para la cooperación internacional al desarrollo.

En este contexto ¿Cuál es el rol de las alianzas para el desarrollo sostenible?

Las respuestas de “para implementar los ODS” o “Hacer avanzar el desarrollo sostenible” significan el todo y la nada. No tienen precisión ni dirección suficientes.

Y si entonces decimos que “creamos alianzas para implementar el ODS 13 de lucha contra el cambio climático”, o la “meta 13.2”? ¿Se gana con esto la precisión requerida? Sí, pero a costa de dividir el desarrollo sostenible en compartimientos. Tampoco creo que esa sea la salida.

De los muchos elementos de los que se podría hablar para discutir estos temas, me voy a focalizar, por razones de tiempo, solo en uno: necesitamos anclar las alianzas en un pensamiento orientado al futuro.

Cuando miramos hacia dónde va el mundo no podemos obviar el impacto de las tecnologías digitales en general y de la IA en particular. Los países que queden atrás en la innovación, generación y uso de estas tecnologías quedarán relegados, y esto es agravar su nivel de subdesarrollo por inclusión de una brecha digital ampliada. Un golpe que se prolongará por décadas dadas las características e impactos sociales y económicos que producen estas tecnologías.

Las principales fuerzas en estas tecnologías no están en nuestra región, ni pertenecen al sector público. Se concentran en actores privados del Norte global. Esto, que es un hecho dado, ofrece oportunidades para establecer alianzas mutiactores.

Ya tenemos ejemplos;

El programa "Desconectados: Habilidades, Educación y Empleo en América Latina", una alianza liderada por el BID junto con gobiernos de la región, empresas tecnológicas como Microsoft y Cisco, y organizaciones educativas locales que ha reducido la brecha digital educativa en países como Colombia, México y Uruguay.

En Costa Rica, la alianza entre el Ministerio de Ambiente, el PNUD, empresas privadas del sector turismo y comunidades indígenas ha permitido implementar el programa Pago por Servicios Ambientales, que ha contribuido a aumentar la cobertura forestal del país del 26% al 52% en menos de 30 años.

Pero se debe ir un paso más allá: carente de una voz fuerte peso en los debates sobre la regulación y gobernanza internacionales de la IA, los países de ALC se encuentran llamados a unirse con otros múltiples actores que trabajan en su seguridad, ética y gobernanza de la IA. Por diferentes motivos y caminos, tanto a los Estados como a estas formas de organización no estatal les conviene establecer un marco futuro de la IA que priorice valores como la equidad, el control, la transparencia y la rendición de cuentas.

Allí deberían focalizarse los esfuerzos del trabajo en alianzas: en crear estructuras capaces de trabajar en el corto y mediano plazo pero con metas que se extienden en un plazo más largo, lo que significa que deben contar con una institucionalidad que facilite su trabajo a lo largo del tiempo y una gobernanza interna flexible que les permita adaptarse a los cambios propios de los avances de las tecnologías digitales.

Para ser además de eficaces, eficiente, estas alianzas 2.0 deben estar incorporadas a programas y políticas marco que les den orientación, recursos, claridad y determinen de forma transparente tanto las necesidades como los objetivos que justifican su formación.

Esto requiere de cambios en todos los actores, no solamente en los Estados:

  • Las ONG deberán asumir un papel más proactivo de aliado en el diseño, implementación de políticas, dejando su rol de watchdogs en un segundo nivel.
  • Las empresas deberán incorporar elementos de bienestar social y equidad de forma transversal a sus gestiones, como lo están intentando hacer las empresas denominadas “B”, pero también Open AI con su modelo de gestión mixto de ganancias y contribución social.
  • Las universidades deben incluir elementos de tecnologías digitales, desarrollo sostenible y trabajo con múltiples actores en la formación de sus profesionales, en cualquier área, para poder contar con los perfiles que se necesitarán en el mundo que viene.
  • Los sindicatos deben comprender que estamos antes un rediseño del mundo de trabajo que les hará imposible mantener el estatus y formas de trabajo que tienen hoy, y deben ser parte del cambio, defendiendo los derechos de los trabajadores en un mercado laboral que será diferente.

Solo si los esfuerzos de todos los actores convergen en forma coordinada y coherente podrá ALC ser un actor de cierto peso en los debates sobre el futuro de la IA y otras tecnologías digitales.

Si bien no existe una receta única para construir este nuevo tipo de alianzas 2.0, sabemos que algunos ingredientes son imprescindibles para su conformación. Destaco los siguientes:

  • Claridad en los objetivos, que deben ser compartidos y acordados por todos sus participantes, no impuestos por el Estado.
  • Disposición para utilizar recursos financieros y humanos en su gestión: estas alianzas implican inversiones, y debe definirse desde el inicio de dónde se obtendrán los recursos que las hagan viables.
  • Formalizar los procesos de trabajo en alianzas 2.0 para asegurar su estabilidad, durabilidad y dotarlos de una gobernanza clara, incluso mediante el uso de leyes.
  • Mapear donde hay capacidades de las que requiere este tipo de alianzas 2.0 a nivel nacional y regional para conocer posibles fortalezas y debilidades de su puesta en marcha.

Necesitamos un nuevo tipo de alianza orientada al futuro. Tenemos elementos más que importantes para posicionarnos internacionalmente a partir de la fuerza que estas aportarían a la palabra de LAC en el escenario internacional:

Solo para comenzar, no habrá proliferación de IA, o al menos no será de la velocidad que vemos hoy, si ALC presiona sobre el cuello de botella de los recursos que necesita para funcionar: energía, litio, tierras raras pero también datos.

Este desafío va más allá de la Agenda 2030 y sus ODS, particularmente el ODS 17 sobre alianzas. Posiblemente sea uno de los desafíos políticos que marcarán la política de los tiempos venideros, donde las capacidades más fuertes en materia de tecnologías digitales, obtención y gestión de datos, y trabajo con sectores vulnerables ya no se encuentren en los Estados.

Propongo tres acciones concretas para avanzar:

1. Crear un marco legal facilitador para alianzas 2.0. El espacio regional puede desarrollar unas guías o principios no vinculantes para la construcción de esos marcos.

2. Articular una red regional de incubadoras de alianzas 2.0 que proporcione asistencia técnica, formación y espacios de co-creación para nuevas iniciativas colaborativas.

3. Implementar un fondo regional de blended finance que genere capital semilla para alianzas 2.0 en fase inicial, y financiamiento para escalar iniciativas que hayan demostrado su capacidad de producir impactos.

Establecer alianzas 2.0 no es en realidad una opción para fortalecer el desarrollo sostenible, sino un mandato de responsabilidad política con visión de futuro.

Finalmente, quiero compartir con ustedes una breve historia: Cuando Picassso estaba pintando el “Guernica”, encargado por el gobierno de España ara su stand en la Expo Internacional de 1937, era repetidamente visitado por funcionarios del gobierno que querían ver si su trabajo avanzaba a tiempo para la exposición. En una de esas visitas uno de ellos le pregunto ¿Qué está pintando? Y la repuesta del artista fue “Ustedes son quienes lo están pintando”. El Guernica es una obra que pintó su presente, pero sigue conmoviendo a quienes éramos su futuro. Termino entonces preguntándoles: ¿Qué tipo de lienzo estamos pintando hoy nosotros?

Muchas gracias por su atención.