Por Javier Surasky
Hacerse esta pregunta en un momento en que la ONU está
atravesando una crisis financiera sin precedentes y buscando estrategias que le
permitan reducirse a un mínimo básico, disfrazando inútil y torpemente esa
reducción de propuesta de reforma, pensar en la elección del próximo secretario
general de la organización parece para algunos demasiado lejano.
Escribo este texto porque no estoy de acuerdo. Es hoy más
importante que nunca tener un secretario general con un perfil político de
independencia, decisión clara de defender el multilateralismo aun ante las
potencias, promover mayor transparencia en la gestión y hablar claro.
Más allá de los debates, oportunistas, por cierto, sobre la
conveniencia de seguir aplicando el sistema de rotación regional en la elección
del secretario general, y de la demorada traición de la ONU a su promesa de
elegir a una mujer para el cargo cuando Guterres fue seleccionado, a pesar de
que había excelentes candidatas, debería ser una persona de América Latina y el
Caribe quien acabe ejerciendo el cargo, y es hora de que sea una mujer.
Ya hay nombres en la danza, algunos más fuertes que otros,
pero en cualquier caso solo una posición unificada de la región detrás de una
candidata puede dar forma a la selección de una secretaria general de Latinoamérica
y el Caribe. Una falta de consenso al interior de la región abre un juego donde
esta tiene mucho para perder.
Dos variables cruzan hoy la factibilidad de una posición
única, y ambas muestran rumbos zigzagueantes.
Por una parte, la relación entre América Latina, por una
parte, y el Caribe, por la otra, en la distribución de cargos en las Naciones
Unidas. Tras muchos años en los que América Latina se “apropió” de las
designaciones que correspondían a la región en las Naciones Unidas, a inicios
de este siglo el Grupo de América Latina y el Caribe de la ONU (GRULAC) acordó
rotar los cargos entre ambas subregiones. Veamos un ejemplo:
Año |
Presidente |
Subregión |
Presidente |
Subregión |
1983/1984 |
Jorge E. Illueca (Panamá) |
AL |
Sergio
Correa da Costa (Brasil) |
AL |
1988/1989 |
Dante M. Caputo (Argentina) |
AL |
Andrés Aguilar (Venezuela) |
AL |
1993/1994 |
Samuel R. |
Caribe(*) |
Juan Somavia (Chile) |
AL |
1998/1999 |
Didier Opertti (Uruguay) |
AL |
Juan Somavia (Chile) |
AL |
Se inicia la rotación entre subregiones |
||||
2003/2004 |
Julian Robert Hunte (Santa Lucía) |
Caribe |
Gert Rosenthal (Guatemala) |
AL |
2008/2009 |
Miguel d’Escoto Brockmann (Nicaragua) |
AL |
Léo Mérorès (Haití) |
Caribe |
2013/2014 |
John
William Ashe (Antigua y Barbuda) |
Caribe |
Néstor Osorio (Colombia) |
AL |
2018/2019 |
María Fernanda Espinosa (Ecuador) |
AL |
Inga
Rhonda King (St Vincent y las Granadinas) |
Caribe |
2023/2024 |
Dennis Francis |
Caribe |
Paula Narváez (Chile) |
AL |
(*) Guyana se ubica el Sudamérica, pero culturalmente se
identifica como parte del Caribe. Es tanto miembro de la CARICOM como lo era de
UNASUR.
Con este punto claro, la pregunta que se abre es cómo se
posicionará cada subregión. La única vez que un Latinoamericano y Caribeño fue
secretario general fue entre 1982 y 1991 con Javier Pérez de Cuellar (Perú),
quien llegó al cargo para destrabar una elección complicada como candidato de
acuerdo entre las potencias de la guerra fría. Hay quienes entienden que, en
mérito del acuerdo político de rotación, correspondería al Caribe ocupar ahora
ese cargo, pero hay quienes sostienen que ese acuerdo solo se aplica a cargos
posteriores a su logro, por tanto, la secretaría general de Pérez de Cuellar
“no cuenta” en el ejercicio de distribución.
En segundo lugar, pero con un peso muy fuerte, aparece la
diferencia ideológica entre los actuales gobiernos de países de la región, que
presentan programas políticos opuestos, y la casi total ausencia de
“mediadores” que puedan facilitar el diálogo, rol que intenta jugar Brasil,
pero con limitado éxito. ¿Estarán los países como Argentina y Paraguay
dispuestos a apoyar un candidato de orientación social y abierto al diálogo con
países como Irán o Venezuela? Países como Colombia o Uruguay ¿Aceptarán una
candidata que no esté dispuesta a ese diálogo? Hoy la barrera parece difícil de
flanquear.
El mejor ejemplo aparece en las recientes elecciones para
los cargos de secretario general y secretario general adjunto en la OEA. Como
secretario general fue electo Albert Ramdin (Surinam) por aclamación, pero eso
solo se logró cuando, en un fuerte movimiento político, Brasil le retiró su
apoyo a Rubén Ramírez Lezcano (Paraguay), quien tenía una posición más afín a
la de Trump que su contendiente, a pesar de los cual Estados Unidos declaró que
ambos eran igualmente aceptables para el país. Estos dos hechos hicieron
imposible para Ramírez Lezcano y los países que lo impulsaban sostener su
candidatura.
Diferente fue el caso de la elección de la subsecretaria
general, por primera vez una mujer, que terminó recayendo en Laura Gil
(Colombia) tras superar en una segunda votación a Ana María Sánchez (Perú) por
19 votos contra 13. Para ser electa en el cargo, una persona debe reunir 18
votos. Gil recibió los apoyos de Brasil, Bolivia, Chile, México, Uruguay y la
mayoría de los países del Caribe; entre quienes apoyaron a Sánchez están
Paraguay, Argentina. Estados Unidos, nuevamente, no se expresó en favor de ninguna
de las competidoras.
La región está, en consecuencia, ante dos posibles líneas de
división interna. Si sus líderes no logran comportarse de forma políticamente
responsable, algo que está lejos de darse por seguro, su oportunidad de
posicionarse en el liderazgo de la ONU en momentos de crisis y rediseño de la
principal organización multilateral del mundo puede perderse.