Africa y ALC: Potencias regionales y un modelo simple para análisis de tensiones de liderazgo

Por Javier Surasky


En la actual situación de crisis del multilateralismo, agravada por lo que se presenta como un nuevo intento de reforma de las Naciones Unidas, pero es en realidad un recorte financiero que no toca ninguna causa de las muchas que afectan el funcionamiento de la ONU, las potencias regionales están llamadas a jugar un rol aún más importante que el que desempeñaban hasta ahora.

La pregunta es ¿Cómo pueden acomodar sus intereses nacionales con los de las regiones que lideran y con los que tienen como parte del grupo de potencias emergentes?

Buscando respuestas vamos a centrarnos en las regiones de África y América Latina y el Caribe, proponiendo un esquema simplificado, pero creemos que útil, para analizar la situación.

El modelo que proponemos se apoya sobre la tensión que enfrentan las potencias regionales entre los tres vértices que aparecen en nuestra pregunta (intereses nacionales, intereses regionales, intereses del grupo de potencias regionales). Los cambios de atracción que puedan ejercer cada uno de estos polos a través del tiempo puede generar tanto confianza y estabilidad regional como incoherencias y retiros de confianza en el país líder por otros países de su región.

Al superponerse, se crean tres esferas con cuatro formas de relación posible, que ilustramos a continuación:

Ilustración 1: Potencias regionales: tensiones y modelos de proyección de intereses

Fuente: elaboración propia

Solo cuando existe una situación de equilibrio o la esfera de intereses regionales se considera principal se evade la posibilidad de que el liderazgo regional sea utilizado por la potencia media para promover sus propios intereses o los de su grupo.

Estas tensiones, que son permanentes y de posicionamiento cambiante, se tornan un factor central para la definición de la política exterior de las potencias regionales e impactan en múltiples escenarios, entre los que señalamos:

  • El ejercicio de representación regional que asumen sus potencias en foros globales, que puede llevar a la confusión entre posiciones nacionales y regionales en los demás Estados cuando no son debidamente separadas.
  • El uso del peso internacional del país potencia regional para moldear agendas y prioridades en mecanismos regionales, que puede llevar a su alineamiento con intereses nacionales.
  • La intermediación ante disputas regionales, que puede poner su peso político tras el impulso del logro de acuerdos, pero también afectar la percepción de su neutralidad.

Frente a esas tensiones, las potencias regionales se han valido de un conjunto de herramientas para sostener la confianza en su liderazgo regional, entre las que cabe mencionar:

  • La inversión en infraestructura y cooperación al desarrollo, incluyendo la oferta de apertura económica de su mercado a socios regionales, aunque sea mediante formas de reciprocidad integradas en procesos de integración económica.
  • El cumplimiento de compromisos logrados a nivel regional, como parte de sus esfuerzos de contención del uso de sus ventajas comparativas respecto de sus vecinos.
  • La exhibición de coherencia entre sus posicionamientos globales, incluso en sus pronunciamientos junto a otras potencias regionales, y su accionar a nivel regional.

Utilizando esa herramienta, destacamos una serie de países con roles regionales destacados en América Latina y el Caribe y África:

Brasil es la mayor potencia regional en América del Sur y comparte el estatus en ALC con México. Su consolidación en esa posición tuvo lugar especialmente durante los primeros gobiernos de Lula da Silva (2003-2010), donde buscó incluso extender su influencia a África y proyectarse a nivel global.

El tamaño del mercado interno brasileño y sus capacidades productivas, además de su liderazgo global en materia ambiental, son activos que el país utiliza para reforzar su posición en ALC.

En un marco político regional propicio dados los alineamientos ideológicos con otros gobiernos de la región, Brasil fue uno de los arquitectos de la construcción de la UNASUR, establecida en 2008 en una reunión en Brasilia, y una fuerza detrás del proceso que derivó en la creación de la CELAC en 2011. A ello se suma su intervención para resolver crisis políticas que tuvieron lugar en esos años en Venezuela, Bolivia y Paraguay.

Ese liderazgo fue operativizado por Brasil para la formación del grupo BRICS en junio de 2009, donde Lula jugó un papel determinante, y para posicionarse en el G20, lo que ha generado en la región una percepción de utilización de su capacidad de liderazgo en ALC para posicionar sus propios intereses nacionales.

Otro elemento que afectó la capacidad de liderazgo del país es el giro de políticas hacia la región que tuvo lugar durante la administración de Jair Bolsonaro (2019-2022), aunque esta quedó al menos temporalmente resuelta con el regreso de Lula a la presidencia en enero de 2023.

México es un país siempre condicionado por su proximidad geográfica y lazos comerciales con los EE.UU.

Al igual que Brasil, ha sido uno de los países que más poder político invirtió en la creación de la CELAC, que le permitiría un mayor espacio de libertad frente a los EE.UU., y con ello un refuerzo de la percepción de su compromiso con ALC.

Por otro lado, su mercado se ha integrado con sus vecinos en una doble vía que refleja su situación geográfica: hacia el Norte mediante su participación en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, hacia el Sur mediante su incorporación en la Alianza del Pacífico. Esta “percepción dual” de afinidades es el principal factor que afecta la capacidad de liderazgo mexicano y parte estructural de su posicionamiento internacional.

Barbados es un caso particular, ya que el país carece de grandes recursos económicos o de otro tipo para ser una potencia en la subregión Caribe, pero haberlo conseguido le ha dado una proyección dentro de ALC respaldada por la unidad que muestran los países caribeños en su proyección regional.

En gran medida, el liderazgo que hoy ejerce Barbados se debe a la acción diplomática de su actual primera ministra, Mia Mottley, quien ha representado con fuerza y de forma muy vocal los intereses de la subregión en tres ámbitos cruciales: la protección ambiental y la respuesta ante desastres, el problema del endeudamiento externo y la exigencia de reparaciones coloniales. Este último punto tiene el valor agregado de facilitar lazos con África, ya que la 38ª Cumbre de la Unión Africana, de febrero de 2025, tuvo como lema “Justicia para los africanos y los afrodescendientes mediante reparaciones”.

A ello se suma que, sobre esa agenda, ha ganado liderazgo también dentro del grupo de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS). De esta forma, a diferencia de todos los demás casos, el liderazgo de Barbados se asienta sobre su poder blando.

Nigeria es la mayor economía nacional y el país más poblado de África, lo que permite construir similitudes con Brasil en ALC. Si bien su ámbito de influencia es continental, se focaliza en la subregión de África Occidental, donde funciona como motor principal de la CEDEAO (ECOWAS). Ha sido uno de los principales impulsores de la construcción de una Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA).

Este país también ha liderado, en nombre de la UA, intervenciones de construcción y promoción de la paz en Liberia, Sierra Leona y en la región del Sahel.

Sin embargo, su liderazgo, que se extiende especialmente sobre una base lingüística que le permite representara los países anglófonos de África, mientras que es visto con suspicacia por los países francófonos.

Sudáfrica compite con Nigeria por el liderazgo de los países anglófonos africanos, con la ventaja de tener mejores relaciones con los países francófonos basadas en la reputación que el país ha ganado como consecuencia de su victoria sobre el régimen del apartheid y en la figura de Nelson Mandela. Sin embargo, la persistencia de desigualdades sociales al interior del país, acompañadas de reacciones contra migrantes de otros países africanos, han debilitado su posición.

Sudáfrica ejerció un rol de liderazgo dentro del proceso que llevó a la transformación de la Organización para la Unidad Africana, activa desde 1963 a la actual UA, hecho que tuvo lugar en Durban en 2002. Al igual que Brasil, enfrenta tensiones entre los intereses regionales y los del grupo BRICS, al que se unió en 2010, cuatro años después de que fuera establecido.

Argelia actúa como potencia subregional en el Norte de África y la región del Sahel y es uno de los líderes de la África francófona. Entre sus atributos de poder encontramos su situación como potencia energética y su posición activa en favor del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, respaldada por el ejército más importante y mejor equipado del continente, que ha sido utilizado repetidamente en el despliegue de misiones de paz lideradas por la UA y lo han convertido en un aliado internacional en la lucha contra el terrorismo en la subregión del Sahel: en 2004 se creó el Centro Africano para el Estudio y la Investigación sobre el Terrorismo (ACSRT) y Argel fue designada como su sede.

Esos elementos de poder se ven acompañados de una capacidad de influencia moral basada en una extensa tradición en mediación de conflictos africanos y en su rol de referencia continental en la lucha contra el colonialismo

Como contrapeso, su rivalidad histórica con el vecino Marruecos fragmenta las solidaridades nacionales en el Magreb y se convierte en el principal obstáculo para el progreso de la integración subregional.

Kenia atraviesa un proceso de creciente relevancia en la subregión de África Oriental. Similar a lo que ocurre con Barbados, los elementos que han favorecido al país se asientan en recursos de poder blando: se ha convertido en un hub diplomático regional y global, siendo anfitrión de sedes regionales de la ONU y otras organizaciones internacionales, un atributo diplomático que podría crecer de acuerdo con los informes sobre el actual proceso de reforma de las Naciones Unidas (ONU80) que prevé la reubicación de instituciones del sistema actualmente en Ginebra y Nueva York en la ciudad de Nairobi.

Las habilidades diplomáticas desarrolladas por Kenia han sido aplicadas en procesos de mediación de conflictos, entre los cuales se destaca el caso reciente de Sudán del Sur y, en los últimos años, ha utilizado esas habilidades para promover un cambio en el modelo africano de desarrollo priorizando la innovación y aprovechamiento de las oportunidades digitales como sus nuevos pilares, generando la atracción de otros países de la región.

Creemos que la forma en que se desempeñen estos países tendrá incidencia en la designación del próximo secretario general de la ONU, en 2026, donde será clave que ALC logro un acuerdo lo más amplio posible en torno a un candidato propio y conquiste el apoyo del Grupo de los países africanos en la Asamblea General. Una fuerte presión de ambas regiones en conjunto sobre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, en espacial el “P3” (EE.UU., China y Rusia) puede ser un factor que incline la balanza hacia un candidato (o candidata, esperemos) de América Latina y el Caribe, dado que todo incida que los P3 deberán trabajar con “segundas preferencias” dado el nivel de conflicto que existe entre ellos.