Más marketing que contenido: el Informe de Desarrollo Sostenible 2024

Por Javier Surasky-

Se publicó una nueva edición del Informe de Desarrollo Sostenible que cada año edita la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la ONU (UN Sustainable Development Solutions Network, SDSN). Como en años anteriores, termino de leerlo sintiendo que he perdido el tiempo.

Con sus 67 páginas de análisis, seguidas de 420 páginas de anexos y tablas, incluyendo un cuadro de situación para cada Estado miembro de la ONU que parte de presentar como visualizaciones la misma información que ya está disponible en otras tablas del informe más un cuadro de evolución de indicadores que poco agrega a la base de datos de la Comisión de Estadística de la ONU.

El informe nos señala que en su construcción “Siempre que es posible, utilizamos indicadores oficiales de los ODS respaldados por la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas. Cuando hay lagunas de datos o datos insuficientes disponibles para un indicador oficial, incluimos otras métricas de proveedores oficiales y no oficiales” (p.70). He recorrido todos los tableros nacionales y no he podido identificar ni una sola mención a datos tomados de otras fuentes. De hecho, no hay citación clara de la fuente de origen.

Más allá de estos elementos, el informe tiene múltiples falencias. Solo a modo de ejemplo mencionamos:

  • Apropiación de recomendaciones largamente expuestas por otros espacios, como ocurre cuando el informe dice “Proponemos como primera instancia establecer una Asamblea Parlamentaria de la ONU como órgano subsidiario de la Asamblea General” (p.9). La propuesta de una asamblea parlamentaria de la ONU tiene antecedentes que llegan a la propia conferencia de San Francisco, y la organización de la sociedad civil World Federalist Movement, establecida en 1947, la tiene como parte de su agenda. Por cierto, también existe una campaña a tal fin desde hace varios años impulsada por una red global de parlamentarios, organizaciones de la sociedad civil y académicos. El libro publicado por Leinen y Bummel en 2018 titulado A World Parliament. Governance and Democracy in the 21st Century (Un parlamento mundial. Gobernanza y democracia en el siglo XXI) es una muy buena referencia sobre el tema (y será actualizado en 2024).
  • Propuestas con dudoso asidero y de alto peligro en la práctica, como considerar el involucramiento del Consejo de Seguridad frente a situaciones de insolvencia de pago de la deuda externa (p.6).
  • Afirmaciones fácilmente controvertibles sobre las cuales no se brinda explicación: el informe sostiene que “existen perspectivas reales para que las economías emergentes, tanto de ingresos bajos como de ingresos medios, reduzcan las brechas educativas y tecnológicas con los países más ricos”, cuando de mera constante todos los análisis sobre la situación de las tecnologías digitales señalan el peligro que significa la hiperconcentración de su desarrollo en un número cada vez más reducido de Estados: de acuerdo con el AI Index Report 2024 de la Universidad de Stanford, en 2022, China y Estados Unidos fueron origen de más del 82% de las patentes mundiales nuevas en el campo de la inteligencia artificial. La perspectiva, según lo indicado, está dada por la creación de una nueva brecha entre países digitalmente ricos y países digitalmente pobres.

Sin embargo, lo verdaderamente preocupante del informe está en su capítulo 1 de recomendaciones a la Cumbre del Futuro.

Las recomendaciones de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la ONU para la Cumbre del Futuro

La introducción

Este capítulo de informe está organizado en cinco apartados que siguen la estructura que los Estados miembros de las Naciones Unidas definieron para el Pacto del Futuro, documento político que se espera adopte esa reunión internacional y que actualmente se encuentra en negociaciones.

Las recomendaciones que realiza SDSN comienzan por reconocer la centralidad de las “5p” establecidas como áreas críticas en la Agenda 2030: Personas, Planeta, Prosperidad, Paz y Alianzas (Partnerships, en inglés). Estas áreas buscan desde su concepción destacar que la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, requieren de una visión holística, lo que se refuerza luego en la misma Agenda 2030 al afirmar su interdependencia.

Rompiendo esa lógica de base, quizás por la urgencia de los tiempos actuales, el texto de las recomendaciones subraya “la prioridad de la Paz como condición necesaria para alcanzar todos los demás objetivos”. Se trata de un error verdaderamente grosero que parece desconocer que no hay paz mientras haya pobreza, hambre, falta de educación, inequidades extremas, una carencia de instituciones sólidas y transparentes y muchas otras condiciones de la paz expresada en otros ODS.

Muchas veces me había tocado explicar que reducir la pobreza no era un ODS más importante que los otros, sino parte de una red indisoluble de objetivos, pero es la primera vez que debo explicarlo frente a la pretensión de “la paz primero”, una afirmación que puede sostenerse en el sentido común y ser muy fácil de vender en el contexto actual, pero que los expertos deberíamos evitar.

Un poco más adelante, buscando tal vez defender la importancia y el éxito del proceso de reporte voluntario de progresos nacionales en la implementación de la Agenda 2030, se destaca que, al día de hoy, solo Haití, Myanmar y los Estados Unidos no han presentado al menos un Informe Nacional Voluntario. Nuevamente: cierto pero parcial. Las razones por las que cada uno de esos tres países no han reportado son bien diferentes y merecen ser explicitadas para dar seriedad a la afirmación: 

  • Haití se encuentra sumido en una crisis que lleva varios años, lo que de hecho hace imposible imaginar que el país pueda llevar adelante un proceso de revisión nacional voluntaria de los ODS.
  • Myanmar sufrió un golpe de Estado en 2021 que motivó incluso la adopción de la resolución 2669 del Consejo de Seguridad. Desde entonces subsiste una puja diplomática por la legitimidad de la representación del país ante la ONU cuya resolución ha sido repetidamente postergada por el comité de credenciales de la Asamblea General de las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad sigue debatiendo el tema, el último de ellos hasta hoy en el mes de abril de este año.
  • Estados Unidos simplemente ha decidido no hacerlo sobre la conocida premisa de su superioridad moral y su doctrina interna de ser el Faro del Mundo, tal como ocurre desde hace décadas en el campo de los Derechos Humanos.

Además, tal como Cepei lo ha demostrado para la región de América Latina y el Caribe, mayor número de Informes Nacionales Voluntarios no nos dice nada sobre su calidad y su alineamiento a los compromisos de reporte asumidos en la Agenda 2030. Fallas en la calidad de reporte de países de esa región llevan a VNR que no logran cumplir sus objetivos: un éxito formal esconde decepciones en lo sustancial.

Finalmente, se llama a los países y regiones a adoptar caminos que conduzcan a lograr el desarrollo sostenible para el año 2050. Volveremos más adelante sobre este punto, que está alineado al artículo publicado en la revista Nature el 17 de junio de 2024 bajo el título Extending the Sustainable Development Goals to 2050 — a road map. Es bueno recordar que los países del G-77 se opusieron fuertemente a la realización de la Cumbre del Futuro denunciando que su objetivo era reformar los ODS para incluir elementos que habían sido contestados en el proceso de negociación de la Agenda 2030 y que no estaban dispuestos a ello. Se les aseguró que no era así…

Desarrollo Sostenible y financiación del desarrollo

Este es el tema que cubrirá la primera parte de la Declaración del Futuro y con el que se inician las recomendaciones sectoriales que realiza el Informe sobre Desarrollo Sostenible de 2024.

Aquí, tras afirmar el ya conocido atraso en el progreso hacia los ODS, se señala que este responde a cuatro razones: 

  • Muchos de los objetivos adoptados requieren un horizonte de realización “hasta 2050”.
  • La falla en reformar el sistema financiero internacional.
  • El impacto de múltiples crisis globales, incluida la Covid-19, y guerras.
  • Fallas en la gobernanza nacional y global de los ODS que derivaron en el desempoderamiento de la sociedad civil y la academia, y en políticas basadas en "mi país primero".

Respeto del primer punto, que no deja en claro por qué 2050 es un buen año o un plazo acertado para lograr los ODS de más largo aliento y sobre el que el informe pone un excesivo y nunca bien explicado acento, ya explicamos que implica romper un compromiso político con el G-77, lo que conduciría al fracaso absoluto de la Cumbre del Futuro. Para ser claro, la Cumbre del Futuro no es el espacio para dar esa discusión, a menos que la intención sea llevarla al colapso.

Los restantes obstáculos no son más que la expresión de la falta de voluntad política por implementar los compromisos acordados, algo que afecta tanto a países desarrollados como a países en desarrollo, aunque por diferentes razones (ver en este blog la referencia a las agendas de la urgente y de la sustancial).  De esta forma, tres de los cuatro obstáculos no son más que síntomas de uno mucho más profundo y arraigado en las relaciones internacionales.

Dentro de esta misma sección se afirma que “la inversión más importante de todas, cuantitativa y cualitativamente, es la educación. Con una educación superior y un entorno empresarial y regulatorio favorable, se obtienen muchas otras cosas” (p.4). Con este párrafo el informe parece descubrir la interdependencia entre objetivos, pero de manera parcializada.

La educación, los modelos educativos y los programas de estudio, no nace de un vacío. La educación refleja las prácticas de la comunidad y es el más importante mecanismo de reproducción social, junto a la familia, por lo tanto, el modelo de educación está necesariamente atado a la práctica y los valores sociales reales. El cambio que puede producir la educación, trabajada a paso lento para no perder su inserción y representatividad de la vida social, requiere de un horizonte que va, perdón, más allá del año 2050.

Por otra parte, con cambios en la educación, claramente “se obtienen muchas otras cosas”, pero también se requieren “muchas otras cosas” para cambiar la educación: niños bien alimentados, igualdad de género, trabajos bien remunerados, sistemas de salud de alcance universal y una larga lista actúan permitiendo o bloqueando el acceso, permanencia y los logros de la educación. ¿Han intentado alguna vez dar clases a niños con hambre, que se ausentan repetidamente del aula por razones financieras? Yo sí, y déjenme decirles que sin intervenciones más amplias la educación no puede ser herramienta de cambio.

Finalmente, la casi total desatención por el nivel regional es llamativa en este capítulo.

Paz y seguridad internacionales

El inicio de esta parte muestra nuevamente la confusión entre “causas” y “síntomas”. Dice el informe: “La mayor amenaza a la paz global es la interferencia de una nación en los asuntos internos de otra nación en contra de la letra y el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas [que] generan Incalculables tensiones internacionales, violencia, conflictos y guerras” (p.5).

La intervención prohibida por la Carta de la ONU, aquella que está calificada por un elemento de coerción para diferenciarla del juego político propio de las presiones cruzadas en el campo de las relaciones internacionales, tampoco ocurre en el vacío. Muy por el contrario, un rápido recorrido muestra desde razones ideológicas que han quedado como rezago de la Guerra Fría (el embargo contra Cuba) hasta una decidida defensa de gobiernos “amigos” que aseguran a quien interviene acceso a recursos naturales, posiciones geoestratégicas bien valoradas o ventajas competitivas en el comercio internacional.

El desafío a la paz y la seguridad internacionales, y una amenaza constante a esta, está dado por la inequidad y la grosera diferencia de poder militar entre Estados, además de la irresponsabilidad de sus líderes, sumada a una extensión mundial de las democracias de baja calidad, al borde del autoritarismo o incluso autoritarismos disfrazados de sistemas democráticos, como lo muestra claramente el Índice de Democracia de The Economist.

Al referirse a la necesaria reforma del Consejo de seguridad se sostiene que este “debe estar atento a las solicitudes de los Estados miembros para que los apoyen en la preservación de la paz interna cuando ésta se ve amenazada por flujos globales de armas ilícitas, tráfico transfronterizo de drogas, crimen organizado internacional, insolvencia de la deuda externa u otros factores que socavan la capacidad del Estado para llevar a cabo sus funciones básicas” (p.6). Realmente, incluir al Consejo de Seguridad en casos de insolvencia de deuda me parece más que peligroso, con o sin reforma. ¿Quién pedirá la intervención, el deudor o el acreedor? ¿Podrá el Consejo decidir tomar medidas, impliquen o no el uso de la fuerza, en esos casos?

Ciencia, tecnología, innovación y cooperación digital

Además de volver a levantar la bandera de que la Covid-19 haya sido posiblemente originada por un accidente en un laboratorio trabajando en investigación sobre patógenos, algo que nadie ha podido demostrar jamás, esta parte no aporta mayores contribuciones. Un llamado a crear organismos de supervisión y a incluir el tema de los riesgos asociados a nuevas tecnologías como un asunto transversal al trabajo del sistema de las Naciones Unidas y, por supuesta, más informes.

Ni una expresión sobre “IA para el bien” o “IA para el desarrollo sostenible”, nada sobre justicia digital, sin menciones sobre la concentración de avances en pocas manos privadas en un número muy reducido de Estados. Hubiese esperado más teniendo en cuenta la presencia entre los firmantes de algunos referentes en estos temas.

Juventud y generaciones futuras

Esta parte pone el acento en elementos vinculados a niños, niñas y jóvenes, sin aportar ideas nuevas o propuestas que nos parezcan destacables. Las referencias a generaciones futuras son prácticamente inexistentes, y al hacer un llamado a que la Cumbre del Futuro apoye el establecimiento de un Consejo de las naciones Unidas para las Futuras generaciones y los Jóvenes no hace más que complicar propuesta preexistente, ya que “generaciones futuras” y “jóvenes” son dos actores diferentes, con necesidades de participación y posibilidades de acción muy distintas. Es difícil ver por qué puede ser conveniente crear un órgano que agrupe a ambos.

Transformación de la gobernanza global

En este quinto y último eje las propuestas se limitan a crear más órganos, sin explicitar claramente las razones, funciones o formas en que se podrían financiarse.

Más allá de la referencia que ya hicimos a una apropiación de la idea de establecer un parlamento de la ONU, se sugiere crear el mencionado consejo para la juventud y las generaciones futuras; un Consejo de las Regiones; un Consejo de Ciudades; un Consejo de Pueblo Originarios; un Consejo de Cultura, Religión y Civilizaciones y un Consejo sobre el Antropoceno.

¿Crear más órganos temáticos especializados es la forma de establecer un multilateralismo más eficaz y eficiente? Definitivamente no lo creo, además de los problemas de financiamiento que supondría impulsa una creciente gestión en silos, justo lo contrario de lo que promueve el desarrollo sostenible.

Definitivamente, el texto de recomendaciones no logra apropiarse del concepto de interdependencia, crucial tanto para el desarrollo sostenible como para la construcción de una gobernanza del multilateralismo que pueda trabajar basada en datos y orientada a la acción, dentro de una comprensión integral de la realidad sobre la que actúa y promoviendo sinergias y coherencia entre esfuerzos.

Finalmente, algunas referencias a posibles modificaciones a introducir en el Consejo de Seguridad, escasamente fundadas y que no aportan ningún elemento que no haya estado en discusiones antes, aunque se valora la toma de posición respecto a las preferencias de los firmantes una explicación de sus razones hubiese sido un verdadero aporte.

Conclusión

El Informe sobre Desarrollo Sostenible 2024 no es una pieza que las personas interesadas en el tema deban lamentar no haber leído, y poco más puede decirse del capítulo de recomendaciones frente a la Cumbre del Futuro.

Hemos decidido no entrar el análisis del Índice de apoyo de los países al multilateralismo basado en las Naciones Unidas que se incluye como capítulo tres del informe, pero haremos una entrada sobre el mismo en breve. Solo adelantamos ahora que creemos que ese índice es incapaz de medir lo que dice medir, siquiera como proxi.

Viendo los nombres de los autores, sabiendo sus trayectorias y habiendo aprendido mucho de algunos de ellos, la falta de profundidad en el análisis y la facilidad con la que se sueltan ideas sin justificación, cuando menos decepciona.