Por Javier Surasky-
La Declaración Ministerial del Foro Político de Alto Nivel
(FPAN) es su principal documento político. Adoptada al final de cada sesión del
Foro, debe proveer de la guía política requerida para la implementación de los
ODS a nivel global, y se espera que esté orientado a la acción y sea adoptada
por consenso, lo que no siempre se ha conseguido.
Una rápida revisión de las declaraciones surgidas de foros
anteriores nos muestra que han sido documentos llenos de promesas vagas,
escritos siguiendo un vocabulario previamente aceptado por la diplomacia
onusiana e innecesariamente extensos. La Declaración Ministerial adoptada por
el FPAN en 2022 tiene 142 párrafos
Bajo la misma premisa de adoptar un documento conciso,
concreto y orientado a la acción, se negoció el texto de la Declaración Ministerial
de 2024. El 8 de julio pasado, los cofacilitadores de ese proceso, representes
ante la ONU de República Dominicana y Noruega, iniciaron el procedimiento de
silencio dirigido a su adopción tras meses de negociaciones.
El texto que los cofacilitadores habían presentado tenía 96 párrafos, lo que lo hacía el segundo más extenso desde 2016. Al igual que la declaración adoptada en 2022, era más extenso que la propia Agenda 2030.
Extensión en párrafos de las Declaraciones Ministeriales
adoptadas por el Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas
Como muestra del tono del documento, que era básicamente un recuerdo de compromisos anteriores sin elementos que permitan convertirlos en acciones concretas, podemos mencionar el párrafo 29 que trata el tema, siempre sensible, de las brechas de financiamiento de los ODS.
“Nos comprometemos a abordar las brechas de financiamiento
en curso para lograr los ODS. Hacemos un llamado para aumentar la financiación
pública internacional y mejorar el acceso a la financiación concesional y nos
comprometemos a entregar financiación más asequible, predecible, sostenible y
suficiente a los países en desarrollo”.
Para ser claro, el borrador de Declaración Ministerial
propuesto por los cofacilitadores era, una vez más, bastante inútil para
acelerar el avance de los ODS, proveer guía política u orientar la acción por
el desarrollo sostenible y no incluía elementos que podamos calificar como
“innovadores”.
Ni la extensión del texto, ni la vaguedad de su tono, ni su falta de orientación a la acción fueron suficientes para lograr un acuerdo: el silencio fue roto, lo que obligó a los cofacilitadores a enviar un texto final no consensuado a la presidenta del ECOSOC, Paula Narváez, quien envió a los Estados una nueva (y última) versión de texto de Declaración Ministerial con muy pocas modificaciones el día 11 de julio.
La versión compartida por Narváez incluye modificaciones a
los siguientes párrafos;
- 11 sobre esfuerzos por terminar con la polución plástica.
- 33 sobre equidad de género y empoderamiento de mujeres y niñas.
- 36 sobre la pobreza como principal desafío al desarrollo sostenible.
- 76 sobre reforma a la arquitectura financiera internacional.
Los cambios son meramente formales en todos los casos, salvo
en el párrafo 11, donde se elimina la mención del año 2024 como plazo para adoptar
un tratado jurídicamente vinculante sobre contaminación por plásticos. La fecha
no era más que la repetición de un compromiso asumido por los Estados en la quinta
Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-5) celebrada
en Nairobi en 2022 (UNEP/EA.5/Res.14)
En su carta a los Estados, Narváez les recuerda que “Este es un momento crucial para la implementación de la
Agenda 2030. El borrador final de la declaración ministerial presenta una vía
para demostrar la voluntad política de alcanzar los Objetivos de Desarrollo
Sostenible en beneficio de la gente. El borrador final se basa en la
declaración política de la Cumbre de los ODS, mira hacia la Cumbre del Futuro y
garantiza un entendimiento común entre los Estados miembros para promover
acciones transformadoras para lograr los ODS hasta 2030”. En consecuencia,
invita a todas las delegaciones a “mostrar la máxima flexibilidad con miras a
acordar un documento final, enviando así una fuerte señal positiva sobre el
logro de los ODS”.
Lo que estamos viendo reafirma las características de los actuales procesos de negociaciones multilaterales: de posiciones nacionales extremadamente duras, exceso de “líneas rojas”, falta de ambición política, de compromiso con el cambio y de habilidad negociadora.
Que diplomáticos de primera línea no hayan logrado un texto
aceptable por todos los Estados es un mal presagio, y nos adelanta lo complejo
que será tener una Cumbre del Futuro exitosa, lo que podría llevar a obstaculizar la salida de una crisis menos discutida pero que, por sus impactos, hace más difícil
resolver cualquier otra: la crisis del multilateralismo.
Como nos recuerda Stuart Eizenstat en su libro El arte de la
diplomacia (The Art of Diplomacy) “Al igual que un artista crea pinturas o
música, existe un arte en la diplomacia. En las manos adecuadas, puede resolver
disputas aparentemente intratables entre países en beneficio del bien
común. Sin embargo, en manos equivocadas o si las circunstancias impiden
una negociación exitosa, puede empeorar las cosas".
No podemos permitirnos las cosas empeores si aun deseamos preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas del derecho internacional y promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad, tal como los pueblos de las Naciones Unidas lo exigieron en 1945.