IA y tecnologías digitales: los condenados de la Tierra 2.0

Por Javier Surasky-


Entre de julio e inicio de agosto de 2024 se produjeron una serie de hechos con impactos diferentes en la gobernanza de la Inteligencia Artificial (AI):

  • Los cofacilitadores de las negociaciones para la adopción de Pacto Digital Global de las Naciones Unidas presentaron una tercera revisión del texto. Puesto bajo procedimiento de silencio el 12 de julio, varios Estados y grupos de Estados (G-77, UE, Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelandia y el Reino Unido, entre otros) “rompieron el silencio” obligando a seguir negociando sus contenidos.

Estos cuatro hechos nos muestran el alto grado de actividad internacional en torno a la IA, que ya en la Cumbre de los ODS de 2023 mostró ocupar un lugar central en los debates sobre desarrollo sostenible, pero también los obstáculos en el camino hacia el fortalecimiento de la cooperación internacional en materia digital y en la construcción de un modelo de gobernanza global de la IA.

Las razones para el fracaso en adoptar la tercera revisión del Pacto Global Digital están directamente relacionadas con las que dificultan acordar una convención para hacer frente al uso de tecnologías de la información y la comunicación con fines delictivos: no solo hay posiciones diferentes entre los países respecto de qué se espera de las tecnologías digitales, sino que hay elementos de poder económico y militar asociado a estas tecnologías que vuelven a cualquier debate un nervio internacional sensible.

Al mismo tiempo, como ha quedado claro en el proceso del Pacto Digital Global, la naturaleza de las tecnologías digitales, la IA entre ellas, hace que al discutir sus potenciales beneficios y riesgos deban ponerse sobre la mesa otros asuntos que son sensibles en sí mismos, como derechos humanos, soberanía (en este caso asociada a la gestión de datos masivos), cuidado ambiental, o desarrollo armamentístico.

Estas dificultades crean un círculo negativo: a falta de avances internacionales los países establecen sistemas nacionales adoptando legislación y estrategias sobre IA y gestión de datos masivos, asumiendo modelos diferentes, lo que hace más difícil luego que estos puedan moverse hacia puntos de encuentro posibles. Si, por ejemplo, los países establecen diferentes estándares para el uso de datos masivos privados ¿Cuáles de ellos aceptarán cambiarlos para lograr un consenso internacional tras haber invertido recursos en su desarrollo? ¿Quién pagará las necesarias adecuaciones?

Otra dificultad, conocida pero no por ello menos relevante, es la abierta competencia entre los Estados Unidos y China en materia de tecnologías digitales, donde se combinan competencia tecnológica, militar y de establecimiento de estándares que, a corto plazo, definen la dirección de flujos financieros masivos en una u otra dirección. Las capacidades de un país en IA ya no pueden considerarse un elemento de “poder blando”. Poseer y desarrollar IA ya es una variable de “poder duro”.

Como toda variable de poder, su desarrollo sin controles promueve el crecimiento de nuevas inequidades globales, que solo podrían prevenirse por acción internacional concertada y a través del derecho internacional. Ser “IA-rico” o “IA-pobre” se integra sobre la tradicional brecha Norte-Sur, que varios han querido dar por superada em los años ’90 pero que, lejos de desaparecer, se ha reactualizado para incluir nuevos elementos.

El problema es más grave que en otras oportunidades. Dado que marchamos hacia un mundo crecientemente digital y tecnológico, con economías basadas en el conocimiento y la innovación, quienes se “queden atrás” ahora sufrirán las consecuencias por un largo ciclo de reordenamiento de la sociedad internacional. Es hipócrita decir que vamos a integrar las necesidades de las generaciones futuras en la toma de decisiones y permitir que una brecha tan potente y de larga proyección temporal se instale entre los países.

Bajo estas premisas, y la necesidad de adoptar un enfoque que favorezca un IA ética y orientada al bien (IA4Good) o al desarrollo sostenible (IA4SD), en próximas entradas estaremos analizando cada uno de los cuatro elementos que listamos al inicio de este post.

La próxima Cumbre del Futuro es una oportunidad para construir justicia global intergeneracional: Los “Condenados de la Tierra” de ayer serán mañana quienes no tengan acceso al progreso de la tecnología digital, en especial de la IA. Las “máscaras blancas” de las que nos habla Fannn también pueden tener la forma de filtros de Instagram peogramados con Chat-GPT.