La UE y la IA: liderazgo con oportunidades para un mayor impacto global

Por Javier Surasky




¿Y si la próxima revolución tecnológica no solo transformara nuestras vidas, sino que también definiera el futuro de la equidad global? La Unión Europea (UE) ha dado un nuevo paso en sus esfuerzos por liderar la inteligencia artificial (IA) al poner en movimiento un proceso que acabará con la adopción de su Plan de Acción para el Continente de la IA, un complemento de la Ley de IA de la UE, en vigor desde agosto de 2024

Con países como Taiwán dominando la producción de chips de IA, otros países liderando nichos específicos de hardware y África y América Latina y el Caribe aportando recursos naturales y energéticos críticos para el funcionamiento de la IA, ¿puede la UE equilibrar su carrera contra gigantes como EE.UU. y China sin integrar polos externos a la Unión? ¿Puede la UE dejar por fuera las referencias de os debates y marcos que se establecen en la ONU sin autoinfligirse una herida por debilitamiento del multilateralismo? Este blog explora cómo la estrategia de IA de la UE busca remodelar el panorama global, sus fortalezas, sus lagunas y dar respuesta a esas preguntas.

Comencemos por recordar que durante la Cumbre de Acción de IA en París de febrero de 2025, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentó el Plan de Acción para el Continente de la IA, una hoja de ruta para transformar las industrias y promover el talento europeo para impulsar la innovación en IA.

El plan se basaba en cinco pilares: infraestructura computacional, acceso a datos, adopción de IA, desarrollo de habilidades y simplificación regulatoria, y promovía iniciativas como las “Fábricas de IA” y las “Gigafábricas”, junto a una inversión de 200 mil millones de euros a través del programa europeo InvestAI. Este nuevo plan se asentaba sobre la Ley de IA de la UE, donde la construcción de una gobernanza ética de la IA, el fomento de la confianza pública y de los inversores, principalmente a través de un enfoque regulatorio basado en el riesgo, pero “amigable” con las industrias eran elementos cruciales.

Las fábricas de IA no son “fábricas” en sentido tradicional, sino ecosistemas de producción e investigación que reúnen alta potencia de computación con macrodatos de calidad y talento humano especializado. Hasta el momento se han establecido 13 fábricas de IA en Alemania, Austria, Bulgaria, Eslovenia, España, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Luxemburgo, Polonia y Suecia, minetras que las Gigafábricas son instalaciones equipadas con entre 25.000 y 100.000 procesadores de última generación y sistemas de almacenamiento masivo, optimizadas para entrenar modelos de IA complejos.

Este posicionamiento de la UE tiene como trasfondo no explicitado el rezago de Europa frente al avance de la IA en EE.UU. y China, pero también su debilidad comparativa en la competencia por recursos que se producen en terceros países como hardware crítico, desde chips hasta semiconductores, y en el acceso a recursos naturales esenciales para una carrera acelerada hacia el desarrollo y uso intensivo de IA.

Frente a esa realidad, la UE busca posicionarse como una opción que privilegia una gobernanza clara y fuerte, basada en la ética y la protección de su mercado de datos. Si EE.UU. impone aranceles para promover que las tecnologías exteriores pasen a tener producción en su territorio y dificulta la salida de aquellas que tienen lugar preferente en su propio país, lo que genera una disrupción en los acuerdos comerciales preexistentes a nivel global, la UE parece seguir una estrategia similar pero reemplazando los impuestos arancelarios por normas de restricción de acceso a datos de los ciudadanos de la UE, amparada en valores axiológicamente positivos, como la seguridad y la protección ciudadana.

Pero ¿Está el nuevo Plan de Acción del Continente para la IA debidamente alineado con los principios de la Ley de IA? ¿Y qué significa para el mundo, más allá de las fronteras de Europa?

La primero que encontramos al recorrer el Pan y la Ley europeos es que muestran fuerte coherencia, favoreciendo un marco de innovación cruzado por consideraciones éticas.

Así, la clasificación que realiza la ley de IA de los sistemas de IA por su riesgo (prohibidos, de alto riesgo, de riesgo limitado, de riesgo mínimo), imponiendo requisitos diferentes a cada grupo, se incorpora en el Plan de Acción mediante el establecimiento de cinco grandes líneas de trabajo:

  • La simplificación regulatoria mediante el establecimiento de un Servicio de Asistencia de la Ley de IA para apoyar a las empresas, en especial a las PYMEs, en el cumplimiento de los requisitos establecidos por la Ley de IA.
  • El desarrollo ético de IA se ve apoyado por los programas de Fábricas de IA y de Laboratorios de Datos, cuyo fin es generar modelos de IA que cumplan con los requisitos de la Ley de IA sobre calidad de datos y reducción (eliminación, de ser posible) de sesgos.
  • El impulso de sectores claves de IA se refleja en el nuevo plan mediante la promoción de su incorporación en áreas críticas a través de esquemas que reaseguren que las aplicaciones desarrolladas cumplan con los estándares requeridos a cada una de ellas según la ley de IA conforme el grupo de riesgo al que pertenezcan.
  • En materia de datos, el plan se alinea con el Reglamento General de Protección de Datos de la UE de 2018 y con las disposiciones correspondientes de ley de IA, con el fin de asegurar tanto su interoperabilidad y compatibilidad como la privacidad de su uso.

Esta alineación normativa, sin embargo, deja espacios de posible tensión: habrá que ver de qué forma el impulso del plan por una innovación rápida fomentado por la idea de las fábricas de IA y el objetivo de triplicar la capacidad operativa de los centros de datos en Europa, se equilibra con la posibilidad de empresas de menor tamaño y recursos para cumplir con las exigencias que impone la ley de IA, tales como realizar evaluaciones de riesgo de sistemas de IA.

En lo que ya es una tradicional tensión irresuelta, el grado de protección de datos que brinda el orden de la UE puede acabar ralentizando la disponibilidad de datos requerida para el desarrollo de un programa ambicioso para su recolección y gestión, tal como el de la instalación de laboratorios de Datos y el incremento del trescientos por ciento de las bases de datos.

Todo ello se inscribe en el esfuerzo europeo por mantenerse en un lugar de privilegio dentro de la carrera global por dominar / aprovechar los beneficios de la IA, en la que EE.UU. aparece como líder en innovación mientras China lidera el despliegue de IA, con actores jugando papeles intermedios en un complejo ecosistema digital de intervinculaciones globales que ve a Estados de Asia y Medio Oriente protagonizando áreas de hardware y software, y países de América latina y el Caribe y África como los proveedores de los necesarios recursos naturales y energéticos indispensables para mantener el sistema en marcha.

Y aquí aparece una nueva tensión, que el Plan de Acción para el Continente de la IA no logra resolver: al jugar la UE el rol de líder en regulación ética y segura de la IA enfrenta el riesgo de quedarse atrás frente a la velocidad de mercados menos controlados, como el de los EE.UU. o fuertemente centralizados, dirigidos y subsidiados, como es el caso de China, o incluso frente a nichos especializados, como ocurre con Canadá en materia de investigación en Deep Learning, Singapur en IA aplicada a la generación de ciudades inteligentes, Israel en tecnologías de aplicación militar de IA, Japón en robótica, entre otros casos destacables

La UE carece, al día de hoy, de “nichos” de ventaja propia en el campo de la IA, en las áreas de software o de hardware, y es dudoso que la mera “ventaja ética” pueda reportarle mayor peso en la carrera del desarrollo y uso de esta tecnología, a lo que se suma su déficit de recursos naturales y energético.

Este último punto nos lleva a preguntarnos por la consideración que se hace en el plan continental de IA de la UE de los países proveedores de recursos naturales, básicamente países en desarrollo. La respuesta aturde por un total silencio difícil de entender: ni la Ley de IA ni el Plan de Acción abordan este tema, aún cuando, en el estado actual de evolución tecnológica, el litio de Argentina, Chile y Bolivia y el cobre de Perú y Chile son indispensables para sostener el crecimiento que la UE plantea lograr en el campo digital. Lo mismo podríamos decir de tierras raras y otros minerales en diferentes países de África y América Latina y el Caribe.

¿Podría generarse un mecanismo de intercambio win-win con los países productores de esos minerales aliándose con la UE e intercambiando recursos naturales por capacidad técnica y humana en IA, o incluso de servicios digitales? Nada indica que ese camino sea imposible y abriría fortalezas a ambos lados de una alianza de este tipo. Debe agregarse que los recursos naturales de los que hablamos también son del interés de EE.UU. y China, por lo que la UE no debería esperar a que sus “competidores” lleguen primero.

Para ciertos países de América Latina y el Caribe y África Europa puede ser, en ese sentido, una opción preferente, pues muestra mayor grado de compromiso con la sostenibilidad ambiental que los otros dos grandes contendientes en la carrera de la IA, aun cuando los estándares europeos sigan dejando mucho que desear.

De hecho, que el Plan europeo no incluya un capítulo sobre sostenibilidad en las cadenas de suministro, ignorando el impacto que sus medidas tendrán en las regiones de origen de los recursos naturales necesarios para hacerlo operativo, es un mal comienzo y un error político mayúsculo.

Esto se vuelve aún más grave cuando vemos que ni la Ley de IA ni el Plan adoptados por la UE incluyen referencias a los trabajos del Órgano Consultivo de Alto Nivel sobre IA de la ONU, a las Recomendación sobre la Ética de la IA de la UNESCO, o a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Ni siquiera construye esas conexiones en los casos en que sus contenidos se refuerzan mutuamente, lo que ocurre en varias oportunidades.

Actualmente tienen lugar en la UE tres consultas públicas orientadas a alimentar la versión final del Plan de Acción Continental: sobre la Ley de Desarrollo de la IA y la Nube, sobre la Estrategia Europea de IA y sobre Gigafábricas. En mayo de 2025 se abrirá una tercera sobre la estrategia de la UE sobre datos. Todas ellas brindan oportunidad para trabajar sobre las tensiones que hemos identificado. Estas consultas democratizan la discusión y constituyen una oportunidad para repensar los elementos que hemos señalado, en favor de la propia UE, pero también de terceros países que pueden convertirse en sus aliados si se crean los incentivos necesarios

La UE necesita revisar sus anclas de pensamiento colonial y autocentrado, que siguen allí, para incorporar visiones capaces de integrar la forma en que los intereses y derechos de terceros pueden, al ser considerados, apalancar la legitimidad de sus pretensiones y reforzar sus oportunidades de liderazgo. No se trata de un juego se duma cero, sino todo lo contrario. Para entenderlo, los líderes europeos deberán ampliar sus marcos de pensamiento, y no hay inteligencia artificial que pueda ayudarlos a hacerlo, pues lo que se requiere es, justamente, pensar de forma más humana.