La cumbre de futuro se acerca. ¿Por dónde va la Cooperación internacional al Desarrollo?

Por Javier Surasky-

Hoy estamos en un momento crucial para el multilateralismo. Mientras en la ONU se negocian las versiones finales que se pondrán a consideración de los Estados miembros de la organización del Pacto del Futuro, la Declaración sobre las generaciones Futuras y el Pacto Digital Global, cada vez se escucha a más organizaciones de la sociedad civil y a actores del sector privado afirmar que la ONU ya no es un socio prioritario debido a su incapacidad para producir los cambios necesarios o fomentar diálogos que acaben en acciones concretas y ambiciosas.

En este contexto, que también responde a múltiples crisis que las Naciones Unidas no creó ni tuvo las herramientas para enfrentar porque los Estados no lo permitieron, nos parece oportuno tomarnos un momento para observar que nos cuentan las cifras y las agendas de la cooperación internacional sobre su evolución. Al fin y al cabo, la cooperación internacional no va a cambiar el mundo, pero el día en que las condiciones que requiere ese cambio lleguen a existir, no podrá realizarse sin una cooperación internacional comprometida y fuerte.

Tomando como base los datos preliminares proporcionado por la OCDE sobre la Ayuda Oficial al Desarrollo que aportaron los países miembros del Comité de Asistencia al Desarrollo (CAD) en 2023, hallamos que esta crece, en términos reales, por quinto año consecutivo, lo que equivale al 0,37 del PIB combinado de los países del CAD. La relación entre AOD y PIB recupera los niveles que no mostraba desde 1969.

 

Gráfico 1: Evolución de la relación AOD/PIB del conjunto de los países miembros del CAD (1961-2023)

Fuente: elaboración propia sobre datos de la OCDE

 

Sin embargo, cuando analizamos estos flujos con más detalle, vemos que este “pico” responde en gran medida a un elemento contextual: el apoyo brindado a Ucrania tras la invasión rusa a su territorio. Más aún, los otros elementos destacables dentro de la AOD de los miembros del CAD son la ayuda humanitaria, solo parcialmente ligada al desarrollo sostenible, y los costes que los países invierten en apoyo a los refugiados en sus territorios, un elemento cuyo valor como ayuda al desarrollo es muy cuestionable y que difícilmente se ajusta a la propia definición de AOD del CAD, cuyo objetivo es, conforme lo expresa la propia OCDE ”promover el desarrollo económico y el bienestar de los países en desarrollo”.

Si miramos los grandes sectores en que se organiza la AOD, es preocupante la parte asignada al alivio de deuda, un asunto crecientemente relevante y que será central la Cuarta Cumbre sobre el Financiamiento del Desarrollo a reunirse en Sevilla en 2025: los apoyos a la reducción y el alivio de deuda representaron USD 41 mil millones. Mientras observamos que “la carga media del servicio de la deuda de los países menos desarrollados aumentó del 3,1% de los ingresos públicos en 2010 al 12% en 2023, el nivel más alto desde 2000; en el caso de otros países de bajos ingresos, aumentó del 4,5% al ​​11,3% durante el mismo período (…) 25 países en desarrollo dedican más de una quinta parte de sus ingresos totales al servicio de la deuda externa pública, la cifra más alta desde 2000” (Financing for Sustainable Development Report, 2024:149). El año 200 es referencia aquí ya que fue entonces cuando se inició la Iniciativa para los países pobres muy endeudados, última iniciativa de alivio de la deuda a gran escala.

Gráfico 2: AOD por áreas principales (2000-datos provisionales para 2023, en USD miles de millones a valor constante de 2022)

Fuente: OCDE

 

Un riesgo de naturaleza diferente surge de verificar que de los 31 países que integran el CAD, los dos principales donantes netos (Estados Unidos y Alemania) representan cerca del 50% del total de la AOD brindada en 2023, y los cinco mayores donantes (se suman Japón, el Reino Unido y Francia) cerca del 70%. Un cambio en las políticas de esos países produce un impacto mayor en todo el sistema.

Países que no pertenecen al CAD, pero reportan su ayuda al desarrollo siguiendo sus estándares, muestran su importancia. En este grupo se mezclan “pequeños” donantes como Chipre (en 2023 contribuyó con USD 18 millones). Y Mónaco (25,8 millones) con grandes donantes que superan los recursos aportados por miembros del CAD como Emiratos Árabes Unidos (USD 1,9 mil millones en 2023) o Turquía (USD 6,7 mil millones).

Pero, como sabemos, los aportes son solo un segmento de los recursos de financiación del desarrollo. En el sector privado las asociaciones filantrópicas no se quedan detrás. Los últimos números oficiales informan que la Fundación Bill y Melinda Gates contribuyó con USD 5 mil millones, y la Fundación Mastercard con USD 1.2 mil millones. Otras ocho fundaciones realizaron en 2023 aportes por más de USD 250 millones cada una (Children’s Investment Fund Foundation, The Wellcome Trust, Bloomberg Family Foundation, The Postcode Lottery Group, The Ford Foundation, The IKEA Foundation, LEGO Foundation y The Oak Foundation).

Con estos datos Podemos construir la siguiente visión de los principales donantes de recursos para el desarrollo, según los últimos datos oficiales disponibles (2023 o 2022).

 



Fuente: elaboración propia

 

Entretanto, en la Cooperación Sur-Sur, destacamos que los países que integran el Programa Iberoamericano de Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur (PIFCSS) decidieron en 2023 lanzar un programa dedicado específicamente a impulsar la cooperación triangular, al que denominaron “Más que tres”, cuya primera actividad tuvo lugar a inicios de 2024. Por sus características, este nuevo programa es prometedor en el impulso y mejor comprensión de esa modalidad de la cooperación internacional.

También durante 2023 el PIFCSS trabajó en la elaboración de su nueva  Estrategia, un documento cuya validez se extiende hasta 2030 a fin de alinearlo con los ODS y se basa en “un enfoque de gestión orientado a Resultados de Desarrollo” (PIFCSS, 2024:18), incluyendo entre sus objetivos principales impulsar la cooperación triangular, fomentar la participación de gobiernos subnacionales en la CSS y triangular y promover enfoques diferenciales en el ciclo de proyectos, a los que se suman cuarto líneas transversales: género, sostenibilidad ambiental, diversidades e innovación.

Esta nueva estrategia tiene un importante elemento de promoción del trabajo multiactor y multidisciplinario, un campo donde la CSS no ha sido lo suficientemente ambiciosa y que es esencial para cumplir las promesas de no dejar a nadie atrás y trabajar dentro de marcos integrales de gestión de los desafíos.

La única ausencia relevante que podemos señalar en el documento es la falta de atención sobre la CSS para la gestión del endeudamiento externo, un tema cuya relevancia ya señalamos antes, y que fue central en el trabajo del Comité de Alto Nivel sobre la Cooperación Sur-Sur, cuyo 21º período de sesiones tuvo lugar entre el 30 de mayo y el 2 de junio en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, donde los participantes destacaron una serie de asuntos que, en línea con la nueva estrategia del PIFCSS, van configurando una actualización de la agenda tradicional de la CSS: transformación digital y, aquí sí, la gestión de deuda.

El todavía incipiente pero claro surgimiento de nuevos focos temáticos de trabajo para la CSS, sumado a la mayor atención que recibe la cooperación triangular, son pasos concretos cuya evolución debe seguirse en tanto apuntan a una posible adaptación de la CSS a un contexto más actual.

Finalmente, destacamos que a inicios de 2024 se presentó el “Examen de mitad de período del Marco Estratégico de la Oficina de las Naciones Unidas para la Cooperación Sur-Sur”, que recopila datos para los años 2022 y 2023. Allí se señala que “El porcentaje de entidades de las Naciones Unidas que integran la cooperación Sur-Sur y triangular en sus planes a nivel mundial aumentó del 67,86 por ciento (19 de 28) en 2022 al 78,57 por ciento (22 de 28) en 2023”.

Así, mientras la AOD crece en números, las áreas que reciben mayor atención cambian con las urgencias y coyunturas, la CSS se encuentra en la crisálida, produciendo una transformación que necesita ser cultivada y apoyada, ya no tanto para lograr ser más relevante en el camino hacia los ODS, oportunidad que dejó pasar en la reunión de la Segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cooperación Sur-Sur y Triangular reunida en 2019, sino para reposicionarse frente al futuro.

En tiempos de crisis, generar mayores sinergias entre todo el sistema es crucial: el renovado interés sobre la cooperación triangular parece marcar esa dirección, pero aún queda mucho por hacer en este espacio para que su diseño sea efectivamente democrático, transparente, inclusivo y orientado a resultados.